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Azucar: adicción y cerebro

Azucar: adicción y cerebro 1

Azucar: adicción y cerebro 2

Imagina una fuente llena de brócoli, unas acelgas, unas zanahorias, berenjenas relucientes…no? Vale, ahora imagina unas cookies de chocolate, una bandeja de donuts, un gofre con nata y chocolate, tortitas rociadas con caramelo, helado en conos de galleta…. ¿Se te hace la boca agua? ¿Te apetece uno de estos postres y no comerte la berenjena brillante? ¿PORQUE?

¿Qué pasa en el cerebro que hace a los alimentos azucarados apetezcan más, sean tan difíciles de resistir y acaben siendo una adicción?

Glucosa, fructosa, sucralosa, maltosa, lactosa, almidón, dextrosa son algunas de las formas en las que podemos encontrar lo que entendemos como “azúcar”. Este azúcar no aparece solo en postres y dulces, actualmente su uso se ha extendido a numerosos productos: salsas, yogures, conservas, bebidas energéticas, panes y otros muchos alimentos procesados. Es por esto que debemos conocer bien cómo afecta el azúcar en el cerebro.

El azúcar llega a la boca y activa los sensores del dulce de las papilas de la lengua. Estos sensores ejercen una señal al tronco cerebral que llega a parte de la corteza cerebral que procesa el sabor dulce, esta señal pasa por una red compleja de conexiones que activan otras partes del cerebro. A su vez cuando el azúcar llega al estómago y al intestino activa otros receptores de azúcar que vuelven a enviar señales al cerebro para indicarle que hay que producir insulina para compensar el azúcar que se está ingiriendo.

En el caso del azúcar se produce una activación del sistema de recompensa (también se sobre activa con drogas, sexo, socialización…). Este sistema de recompensa basa su funcionamiento en la dopamina, liberándola con su activación. La dopamina, para el que no lo sepa, es un químico (neurotransmisor) que al liberarse produce bienestar y placer, se conoce como la hormona de la felicidad. Tu cerebro ama la dopamina porque le produce bienestar y actúa como un niño, por eso te pedirá que repitas las conductas que te hacen liberarla, en este caso la ingesta de azúcar.

Cuando el sistema de recompensa se sobre activa: se producen pérdidas de control, deseo y aumenta la tolerancia a la sustancia en cuestión, el azúcar. La liberación brusca de dopamina hace que nuestras neuronas, nuestro cerebro, se haga tolerante a esta de forma que cada vez necesitará más azúcar para recibir la misma satisfacción. Al final entramos en este círculo vicioso que nos lleva al sobrepeso y problemas de salud.

Azucar: adicción y cerebro 3

En resumen y el problema: el azúcar produce liberación de dopamina (en diferente cantidad pero de la misma forma que las drogas, nicotina y alcohol) distorsionando el sistema, y haciendo que nuestro cerebro desee la ingesta de azúcar.  Los vegetales como el brócoli no generan casi liberación de dopamina, por ello a los niños les cuesta tanto comer vegetales y no dulces.

Imaginemos que ingerimos un plato saludable de forma repetida: cuando ingerimos siempre el mismo alimento los niveles de dopamina que se producen son cada vez menores (adaptación evolutiva) El cerebro cada vez recompensa menos comer esos alimentos. Esto tiene su sentido a nivel evolutivo ya que de esta forma hacen que nos sea más aburrido comer los mismos alimentos y busquemos otros nuevos, lo que ayudara a tener una dieta variada y a conseguir todos los nutrientes necesarios.

En cambio si hacemos lo mismo con un plato azucarado: el sistema se distorsiona y siempre habrá recompensa al consumo de estos alimentos azucarados es por esto que se genera adicción. Digamos que el azúcar sabotea el sistema y hace que no se haga aburrido volver a consumirlo.

Por esto la gente se engancha al azúcar y no al brócoli. ¿O conocéis algún brócoli-adicto?

Es importante conocer que nuestro cerebro piensa así para controlar nuestros deseos. Este es el primer paso para ser conscientes y poder diferenciar necesidad de deseo por adicción.